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CANONGETA

Localización | Moncada, València, España | Obra | Vivienda unifamiliar entre medianeras | Año | 2024 

Canongeta es un proyecto de reforma de casa de pueblo de reducidas dimensiones en Moncada, realizado por Chiralt Arquitectos València. Su herencia familiar construye un atípico discurso entre interior y exterior, donde el patio central es órgano conector y origen de serenidad y belleza. Allí un esmerado muro de ladrillo rojizo y recuerdo vernacular, abraza una frondosa jardinera y se convierte en principio narrativo de todo el conjunto.  

El patio interior alberga recuerdos familiares y construye un atípico discurso entre interior y exterior

La tipología de Canongeta es, como la de muchas casas de pueblo, estrecha, alargada y de reducidas dimensiones. Situada en la planta baja de un edificio familiar en Moncada (València), la reforma aspira a convertir un espacio de 90 m2 compartimentado y poco eficiente, en una vivienda funcional, íntima y rica en matices. 

Proyectada para un matrimonio jubilado, el programa se centra en maximizar las prestaciones de la zona de día, creando un espacio amplio, diáfano y completamente abierto a su patio interior. El que fuera el patio de toda la vida, es ahora el principio narrativo del nuevo diseño. Su aspecto es distinto, pero su mismo emplazamiento y significado sostiene los recuerdos de siempre. 

Ante la reducida escala de la vivienda y como respuesta a la voluntad por favorecer la vida en el patio y sus estancias allegadas, el patio queda emplazado en el corazón de la zona de día, entre la cocina y el salón, completamente integrado gracias a sus cerramientos de cristal y al pasillo lateral que une cocina y salón.

La configuración de la zona de día construye un relato atípico entre interior y exterior. Con una intacta función como fuente de luz y ventilación, el patio es también un espacio de relación íntimamente ligado al interior. El resto de estancias, por su parte, requieren del patio como órgano conector y origen de serenidad y belleza.

Un muro de ladrillo rojizo en el patio recuerda la arquitectura vernacular

El motivo significante del diseño exterior reside en el revestimiento del muro que alberga la jardinera, una piel rojiza de ladrillo en recuerdo de la arquitectura vernacular. El aparejo a sardinel, es decir colocado en vertical, enfatiza la entrada de luz cenital, y las baldosas dibujan un relieve rugoso que reinterpreta el ladrillo caravista colocado de forma triscada, es decir, inclinado 45 grados. Sobre este esmerado fondo, la vegetación y la luz, con sus claros y sus sombras, componen un conjunto singular que enraiza el diseño de esta reforma de casa de pueblo.  

Recorre la vivienda una armariada multifuncional en forma de zigzag

La distribución de la vivienda se desarrolla en forma de peine. A modo de vástago, un pasillo de leve silueta en zigzag recorre la planta desde la entrada hasta el salón, acompañado de una armariada multifuncional que muda su uso adaptándose a las necesidades de almacenaje de cada estancia. A la altura de la entrada, sirve de mueble recibidor y de mueble de baño para el aseo de cortesía. Más adelante, pasa a formar parte del armario de cocina, a la altura del patio es lavandería y a su fin se convierte en mueble televisor.

La cocina destaca por su sólida consistencia. Materializada en total negro, el conjunto es percibido como un volumen compacto y perfectamente equilibrado con los tonos verdes y caldera del patio. La carpintería que rodea la cristalera mantiene la continuidad matérica y sirve de marco para enfatizar la visual del exterior.

Una íntima fachada de ladrillo genera un juego de texturas, volúmenes y percepciones

La fachada de esta reforma de casa de pueblo es una delicada insinuación del interior. Una propuesta que emplea el mismo lenguaje de ladrillo pero en este caso y para favorecer la discreción, en color blanco. El aparejo a sardinel juega con las líneas verticales, combinando el alicatado estriado en la parte central con el liso en los márgenes. Las sombras proyectadas por los árboles de la calle generan un sinuoso juego de texturas, volúmenes y percepciones. 

Para integrar las dos aperturas de la fachada sin desvirtuar el conjunto, la puerta de entrada y una ventana que comunica con la habitación principal quedan enmarcadas en un hueco completamente oscuro, donde una verja de barrotes grueso y de poca separación, potencia la verticalidad del diseño y resuelve la necesidad de intimidad sin renunciar a la luminosidad y las vistas desde el interior. 

Alberto Chiralt fotografía

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